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viernes, 18 de marzo de 2016

Manifiesto por la legalización del 'amor digno'


http://observador.pt/opiniao/manifesto-pela-legalizacao-do-amor-digno/

No es razonable que algunos portugueses, que están contra ‘el amor digno’, impongan su prejuicio religioso. Más aún: tratándose del derecho fundamental a la dignidad familiar, no puede ser refrendado.

Gracias a la reinante mayoría de izquierda parlamentaria, ya es posible el aborto libre, sin impuestos moderadores ni esclarecimiento obligatorio, y está a punto de permitirse la eutanasia, esto es el derecho a una ‘muerte digna’. Pero aún no se admite el ‘amor digno’, o sea el uso voluntario de la violencia contra un pariente cercano que deshonra a la familia, causándole un sufrimiento intolerable. En la ya sobrepasada terminología moralista, el ‘amor digno’ era denominado ‘violencia doméstica’, designación tan desagradable y anacrónica en cuanto a las palabras ‘aborto’ y ‘eutanasia’, en buena hora sustituidas, respectivamente, por las expresiones ¡interrupción voluntaria del embarazo’ y derecho a una muerte digna’!

El ‘amor digno’ es, en muchos casos, el único medio de asegurar la honra de las familias. Por eso, ante la indignidad de un pariente invariablemente ebrio, por ejemplo, hay que autorizar el uso de la fuerza por el cónyuge ofendido, o por los descendientes infamados, en legítima defensa de la dignidad familiar.

Tal vez alguien pudiese objetar que, así entendido, el ‘amor digno’ no sería propiamente voluntario. Es cierto, pero tampoco  lo es, para la víctima, la eufemísticamente llamada interrupción ‘voluntaria’ del embarazo, aunque lo sea para quien la ley atribuye el derecho de hacer inviable al nascituros. Mutatis mutandis, el ‘amor digno’ tampoco sería, en este sentido, ‘voluntario’: no para el familiar violentado, pero sí para quien, al abrigo de la ley y en defensa del buen nombre familiar, hiciese inviable, a la fuerza, la indignidad ofensiva.

Tal vez algunos defensores de la moral tradicional entiendan que, aunque pueda ser aceptable la muerte a petición, nunca lo es el ‘amor digno’. ¿Pero, si se permite que alguien sea muerto, lo cual es definitivo e irreversible, cuál es la razón para impedir que se ponga término a la deshonra intolerable de los parientes, cuando tal actuación ni siquiera causa, por regla general, efectos definitivos e irreversibles?

Es verdad que el ‘amor digno’ contradice el mandamiento nuevo de la caridad cristina; así como el cuarto mandamiento de la Ley de Dios, que exige honrar padre y madre; y aún el deber de respeto mutuo, a que los cónyuges católicos están obligados. Con todo, la laicidad de la república portuguesa no puede permitir que la ley civil sea cercenada por estos pruritos judaico-cristianos, que solo restrinjan la libertad de los ciudadanos.

Insístase en una cuestión que no es de menor importancia: ¡no se pretende que nadie sea obligado al ‘amor digno’! ¡De ningún modo! ¡Cada cónyuge o descendiente haga lo que quiera con sus respectivos familiares! Lo que no es razonable es que algunos portugueses, que están contra el ‘amor digno’, impongan a los otros su prejuicio religioso. Por otro lado, es obvio que, tratándose del derecho fundamental a la dignidad familiar, no puede ni debe ser refrendado.

Todavía un argumento recurrente, que se podría decir de ‘realismo jurídico’. No vale la pena esconder que el ‘amor digno’ ya existe en muchos países y hasta en muchas familias portuguesas, aunque algunos, hipócritamente, no lo quieran reconocer. Por tanto, se trata solo de legalizar una realidad que la sociedad portuguesa ya conoce y algunos hasta aprueban, como se demuestra por el proverbio ‘quanto mais me bates, mais eu gosto de ti!’ Son, al final, familias iguales a las otras, con las cuales nos cruzamos todos los días. Hay incluso figuras públicas que son conocidas porque practican el ’amor digno’.

Este manifiesto se propone también revocar la legislación en vigor, que es contradictoria y homofóbica. ¡De hecho, si dos jugadores de boxeo del mismo sexo luchan en un ring, practican un deporte legal; pero, si estuvieran casados y anduvieran a golpes en casa, cometen el crimen público de violencia doméstica! ¡Es obvio que esta hipocresía legal y esta inconstitucional discriminación, por razón de género, solo podrá ser resuelta con la legalización del ‘amor digno’!

PS: Aviso a navegantes: este texto no es a favor de la despenalización de la violencia doméstica, que es un crimen horrible y que, como tal, debe continuar siendo castigado. No es tampoco ninguna desconsideración hacia las víctimas inocentes de malos tratos familiares, que merecen la mayor compasión y total solidaridad. Es sólo un ejercicio de argumentación que, por la aplicación, al ‘amor digno’, de los criterios usados a favor de la eutanasia y del aborto, se procura denunciar, con alguna ironía, esa justificación falaz.

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