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viernes, 4 de diciembre de 2015

semana de Adviento. Viernes



Estamos en la primera semana de Adviento y viene bien
 reflexionar que para seguir el camino que nos traza
Jesús, que es para nuestro bien y salvación,
necesitamos verlo. Es un camino espiritual, donde
puede haber ciegos materiales que no ven bien y lo
siguen, mientras que muchos, que ven bien lo
material, están ciegos ante las realidades y esplendores
 del espíritu.

Hoy trata el evangelio de dos ciegos que consiguen su
curación de parte de Jesús. San Mateo que, por dirigir
su evangelio a los de raza judía, se acomoda más al
lenguaje y cultura de Palestina, parece ser que
pone dos ciegos donde otros evangelistas hablan
sólo de uno. Dicen algunos entendidos que san
Mateo, además de dar el mensaje propio del
milagro, quiere señalar la fuerza del testimonio
de la fe, por aquello de que los israelitas
necesitaban el testimonio de dos testigos
para que tuviera verdadero valor dicha verdad.

La plegaria de aquellos dos ciegos es muy propia
del Adviento: “Señor, ten piedad de nosotros”. Al
comienzo del camino hacia Dios, que podemos
considerar el año litúrgico, debemos sentirnos
como niños necesitados de la mano de Dios.
Él nos recoge y nos guía. En la búsqueda de Dios,
el Adviento nos enseña a seguir el camino. Por
eso debemos tener los ojos bien abiertos.
Y lo suplicamos a Dios.

Jesús parece no atenderles enseguida. Esto tiene
dos explicaciones. La primera, y lo vemos en
varios milagros, es para que la fe de aquellos
 dos hombres se fortalezca y se acrisole, ya que
 va unida con mucho lastre de falta de rectitud
en la intención y del conocimiento hacia Jesús.
Ellos le habían llamado “hijo de David”, pensando
quizá sólo en poderes materiales de liberación
patriótica. Jesús siempre pretende que crean en
Él sobre todo como libertador en el espíritu.

Otra razón, dicen algunos, que era el deseo de
Jesús de no montar un espectáculo, sino de tener
 un encuentro íntimo. Por eso sólo les atendió
cuando llegó “a casa”. Por la misma razón,
después de curarles, les dice que no lo publicaran.
 La razón es porque la gente entendería el
suceso de manera diferente, en el sentido material,
como si Jesús pudiera ser quien les guiara a
batallas materiales. Pero Jesús es el sanador
 de corazones y Él busca nuestra intimidad.

En la primera lectura vemos al profeta Isaías que
entre las señales de los tiempos mesiánicos
anuncia que los ciegos iban a ver: algunos de
forma material y otros muchos en sentido espiritual.
Si nosotros nos ponemos en apertura para la
actuación de Dios, estos tiempos podrían ser
también “tiempos mesiánicos”, pues muchos ciegos
espirituales podrían comenzar a ver.

Ver en el espíritu es tener fe. Claro que en esta
vida nunca habrá plenitud en la visión. La fe
no es certeza, no da seguridad completa, sino que
 se va conquistando paso a paso, entre caídas y
temblores, en medio de una lucha constante.
Estas pruebas de la fe logran que sea auténtica.

Así fue con aquellos dos ciegos. Parecía que
Jesús no les atendía; pero ellos seguían clamando.
Igualmente nos suele pasar a nosotros. Jesús
quiere la perseverancia porque se va purificando
la fe: debemos creer en Dios más como Padre
que nos quiere y conoce mejor lo que necesitamos
 para el bien del alma. Vayamos purificando las
escorias que hay en la fe, como pueden ser
muchos intereses materialistas, distracciones,
pasiones, egoísmos, orgullos, etc.

En el salmo responsorial de este día decimos:
“El Señor es mi luz y mi salvación”. Cuanto más
unidos estemos con Dios, veremos mucho mejor
 la realidad de las cosas, veremos mejor el
 “sentido de la vida”, para qué estamos aquí
 y dónde vamos. Y, como nos costará seguir el
 camino recto, proclamamos que “El Señor
es nuestra salvación”. Esto lo consideramos
 especialmente en este tiempo preparatorio

 a la Navidad.

Primero pùblicado en mi blog.
http://diegodfgo.blogspot.com.co/2015/12/semana-de-adviento-viernes.html#more






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