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domingo, 5 de julio de 2015

Al final, la ecología no es sólo paisaje


http://observador.pt/opiniao/afinal-a-ecologia-nao-e-so-paisagem/

Mientras los ecologistas quieren un hombre deshumanizado en un mundo salvaje, la nueva ecología del Papa Francisco propone, en Laudato si, un mundo renovado a partir de una humanidad redimida.

La ecología, al final, no es sólo paisaje y bicharrada. Es lo que el Papa Francisco dice, en otras palabras, en su más reciente encíclica, Laudato si, esto es, Alabado seas.

Muchos han quedado, con razón, sorprendidos con los conocimientos ecológicos del romano pontífice. De hecho, en esta su segunda encíclica, Francisco no solo demuestra ser un profundo conocedor de la problemática ambiental, sino que ofrece una nueva comprensión global de la naturaleza, de su origen y finalidad a la luz de la razón, de la religión cristiana y, en particular, de los principios de su doctrina social de la iglesia.

La conciencia ecológica es tan antigua como el pensamiento judeo cristiano. Al primer matrimonio le es dado el mundo por herencia, y al pueblo escogido le es prometida una tierra nueva. La bendición de Abrahán se expresa en términos ambientales, pues su descendencia será tan numerosa como las estrellas del cielo y las arenas del mar (Gn 22, 17). Muchos salmos (8, 136, 148, etc.), como el cántico de los tres jóvenes(Dn 3, 51-90), explicitan el modo como, a través de una peculiar liturgia universal, el cosmos glorifica al Creador. San Francisco de Asís, de quien el actual Obispo de Roma tomó su nombre, enseña que las criaturas irracionales, las plantas y los seres inanimados, deben ser respetados, incluso amados con sentimientos fraternales. Un místico castellano del S.XVI, San Juan de la Cruz, vio en la naturaleza un reflejo de la belleza divina en la que, de algún modo, el alma intuye a Dios.

Más recientemente, la cuestión ecológica, politizada por los partidos que se dicen verdes y por diversas organizaciones no gubernamentales, se presentan sobre todo como un poderoso lobby, que actúa a través de operaciones de gran impacto mediático, del que las acciones protagonizadas por Greenpeace son sólo un ejemplo.

En Portugal, los verdes no son más que una élite, o una variante cromática, o daltónica, de los rojos. No es el único caso porque, un poco por todas partes, la cuestión ecológica fue indebidamente apropiada por una cierta izquierda, que la usa como arma para arremeter contra el capitalismo, o lo que queda de él,  y la economía liberal y neo liberal.


Contra el uso y el abuso de los recursos naturales, los ecologistas defienden la preservación de la naturaleza como bien común de la humanidad, sea en acciones en pro de la selva amazónica o de las focas bebé, de las especies en vías de extinción o de la calidad del aire y de las aguas marítimas y fluviales. La catástrofe de Chernobyl dio un especial impulso a la agenda ecológica, que también se supone antinuclear.

¿¡Pero, y el hombre!? ¿¡Y la sociedad!? ¿¡Es que el respeto por la naturaleza no se aplica a la naturaleza humana que es, naturalmente, social!? Esta dimensión antropológica y política de la ecología es la que propone Francisco en Laudato si, como respuesta al capitalismo salvaje y al comunismo desenfrenado, pero también, podría ir más allá, al experimentalismo genético y a la ideología de género.

La “ecología integral” de francisco va, de hecho, mucho más allá del mero equilibrio ambiental, porque también se refiere, por ejemplo, a la ‘contaminación ambiental’, en el contexto de una innovadora ecología económica y social.

En un tiempo de redefinición de los conceptos básicos, como la familia y el matrimonio –recuérdese que el tribunal Supremo de justicia norteamericano acaba de aprobar, en todos los estados, el matrimonio entre personas del mismo sexo- tiene todo sentido proponer la familia natural –que no se considera en el fechado modelo de la familia tradicional- como matrimonio natural, constituido por la única unión que es naturalmente fecunda y se complementa, o sea, propiamente conyugal. El hecho de la inmensa mayoría, más del 90% de las uniones estables, en el mundo entero, se realizan entre personas de diferentes sexos, cualquiera que sea su cultura, religión o situación socioeconómica, permite afirmar que sólo este casamiento es genuinamente natural.

Tampoco es preciso recurrir a presupuestos ideológicos o de orden sobrenatural para reconocer el carácter violento y antinatural del aborto, al que el Papa Francisco igualmente se refiere en esta encíclica, al afirmar que ‘no es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto’, que falsamente se pretende equiparar a una mera ‘interrupción voluntaria del embarazo’.


Mientras los viejos ecologistas quieren un hombre deshumanizado, tal vez no muy diferente de lo imaginado por Georges Orwell y Aldous Huxley, en un mundo salvaje, la nueva ecología del Papa Francisco, apoyado en la ‘ecología humana’ de San Juan Pablo II y la doctrina social de la Iglesia, propone un mundo renovado a partir de una humanidad redimida.

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