Domingo del
Corpus B: Mc 14, 12-16. 22-26
Hoy celebra la Iglesia la fiesta del
“Corpus Cristi” o del Cuerpo y la
Sangre de Cristo, o dicho más simplemente: la fiesta de la Eucaristía. Siempre
que vamos a la Misa
celebramos la Eucaristía,
que es el sacramento de la
Entrega de Jesús en sacrificio a su Padre Celestial por
nuestra Redención. Es el hacerse presente de nuevo el mismo sacrificio de la Cruz. Pero es al mismo
tiempo el recibir el alimento especial para nuestra alma, que es el mismo
Jesús, que se nos da en alimento. Y es también la oportunidad de adorar a
Jesús, que es nuestro Dios y Salvador, y que está realmente presente en el
Augusto Sacramento del Altar, que es Jesús en la Eucaristía.
Esta presencia real de Jesús es lo que
se quiere resaltar principalmente en esta fiesta del “Corpus”. Jesús prometió
estar con nosotros hasta el final de los tiempos. Y está espiritualmente de
muchas maneras: en su palabra, en la reunión de fieles que están orando, en el
pueblo de Dios, en la caridad. Pero está de una manera muy especial y más real
en la Eucaristía.
Esto nos dice nuestra fe. Hubo unos tiempos, por la edad
Media, en que unos herejes decían que Jesús estaba presente mientras la Misa, pero luego ya no se
quedaba, y hasta había sacerdotes que dudaban de la presencia real de Jesús.
Hubo un hecho muy conocido en el año 1264 en que un sacerdote que, dudando
había ido a Roma al sepulcro de los apóstoles para pedir la fe, cuando
retornaba a su tierra y celebraba misa en Bolsena, vio que de la Sagrada Forma
destilaba sangre de modo que quedó mojado todo el corporal. El papa Urbano VI,
que estaba en la ciudad cercana de Orvieto, supo el acontecimiento y pidió
dichos corporales. Al constatar la realidad del milagro, quiso que todos lo
supieran y que se adorase a Jesús presente en la Eucaristía de modo más
solemne. Por eso instituyó la fiesta del “Corpus Cristi” encargando los himnos
de la fiesta a Sto. Tomás de Aquino.
Desde entonces en esta fiesta se han
realizado solemnes procesiones para que el Señor pueda salir por las calles de
pueblos grandes y pequeños y todos puedan adorar a Jesús, que está presente
entre nosotros. No todos tendrán esta fe y este amor para adorar y agradecer
que Jesucristo pueda estar real en cuerpo y alma entre nosotros. Muchos están
ciegos en su espíritu. Ojalá haya muchos que, al saber que Cristo está entre
nosotros, puedan gritar como el ciego Bartimeo: “Señor, ten piedad de mi”. Que
Jesús tenga piedad, no sólo de males físicos, sino sobre todo de tantas calamidades
que nos circundan y que tenemos dentro de nuestro ser terrenal.
La
Eucaristía
es el sello más firme de la
Alianza de amor entre Dios y los hombres. Siempre Dios, por
su gran amor, ha querido realizar alianzas. Hoy en la primera lectura, se habla
de la alianza de Dios con el pueblo de Israel, manifestada por medio de la
sangre de unos animales. Era la cultura de aquel tiempo. Jesús quiso ratificar
esa alianza de Dios con su propia sangre, con el Sacrificio de la Cruz. Ese mismo
sacrificio se hace presente cada vez que celebramos la Eucaristía. Ahora
Cristo está triunfante, resucitado; pero se hace presente ese recuerdo de su
entrega en la Santa Misa.
Nosotros estaremos más unidos con él, cuanto más hagamos entrega de todo
nuestro ser por la salvación nuestra y la de toda la humanidad.
En
este año (ciclo B) el evangelio es la narración sencilla de la Institución de la Eucaristía según san
Marcos. Lo precede la preparación de la cena Pascual. Jesús se entrega para que
nosotros le podamos comer. No sólo cada uno, sino todos. Por esto la Eucaristía es signo de
unidad. San Pablo se quejaba a los cristianos de Corinto de que había mucha
división de clases, especialmente en la comida. Pone el ejemplo de unidad en la
comida eucarística que nos dio el Señor en la Ultima Cena, en la que
todos somos iguales y tenemos las mismas posibilidades de gracias. La
diferencia estaría en el amor. Aquel que muestre más amor por sus semejantes,
podemos decir que es el que mejor está adorando y venerando a Jesús en la Eucaristía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Espero comentarios adjuntos en alguna de las entradas de mi página web, preguntas cortas e interesantes, en el formulario de este portal o por correo electrónico. Las interpretaciones que se den a esta exposición: clara, concisa, profunda y precisa no es responsabilidad de Diego García; sino de la persona que escribe la critica positiva o negativa, no se responde por daños o perjuicios que se causaran por dichas notas.