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sábado, 6 de diciembre de 2014

Operación “manos limpias”



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Los portugueses saben lavar dinero pero…¿saben lavar las manos?

Ahora sí, es en serio. Y es oficial. Finalmente, al completo, el código de la operación “manos limpias”. No, no se trata de ninguna metáfora de las que los celosos agentes policiales,  inspirados por aquellos toques de inspiración con que las musas los favorecen, usan en las campañas de prevención vial, tipo ‘Trenó em segurança’, en el tiempo de navidad, o ‘Não aos ovos chocados’, en la Pascua.

¡¿De qué se trata entonces?!Nada más, y nada menos, de “Cómo lavar las manos”!”: diez mandamientos, que en este caso son once, o si no doce, de la “Divisão de Saúde no Ciclo de Vida e em Ambientes Específicos (sic), da Direcção dos Serviços de Promoção e Protecção da Saúde, da Direcção-Geral da Saúde. Los recientes escándalos político financieros probaron que los portugueses saben lavar dinero, pero… ¿saben lavar las manos?

Antes de las disposiciones normativas, una advertencia previa: “lave las manos cuando estuvieran visiblemente sucias”. Se supone, por tanto que las que no se ven están dispensados de esta práctica sanitaria, así como los incapaces de una depurada visión de la mugre manual. A estos se les permite sólo que usen una “solución antiséptica a base de alcohol”. Nada mejor que una copa, para ahogar la herida de la exclusión. Mas una sabia advertencia preliminar: “El lavado correcto de las manos debe durar más de veinte segundos”, por lo que se supone que una ablución menor prefigura un ilícito criminal, susceptible de sanción, a determinar por la autoridad sanitaria competente.

El mandamiento cero es igualmente un cero a la izquierda: “Moje las manos con agua”. La claridad de la recomendación dispensa de más comentarios, excepto en regiones determinadas.

El primer principio exige que se “Aplique jabón para cubrir toda la superficie de las manos”. Después, “frote las palmas de las manos, una con la otra” (2º). ¿Cómo? “Palma de la mano derecha en el dorso de la izquierda, con los dedos entrelazados y viceversa” (3º). ¿No entendió? No se preocupe, que el Ministerio
explica: “Palma con palma con los dedos entrelazados” (4º). Y todavía: “Parte detrás de los dedos en las palmas opuestas con los dedos entrelazados” (5º). Esta insistencia en el entrelazamiento de las falanges, falanginas y falangetas tiene algo de romántico y puede significar un momento de gran tensión morosa, como es obvio.

El sexto y séptimo mandamiento exige, por lo menos, un master en antropología termodinámica, dada la complejidad de la ejecución prescrita: “frote el pulgar izquierdo en el sentido rotativo, entrelazado en la palma derecha y viceversa” (6). Y después, “frote rotativamente hacia atrás y hacia adelante los dedos de la mano derecha en la palma de la mano izquierda y viceversa” (7º). Después de realizar estos dos movimientos, haga una pausa para recuperar el equilibrio emocional.

Sigue un principio más básico, que cuenta con el apoyo de la liga antialcohólica: «Enxagúe as mãos com água» (“Enjuague las manos con agua”) (8º). Puede ser que el tribunal constitucional, en su docta jurisprudencia, admita enjuagar con vino, o cerveza, pero como aún no lastimó este precepto de inconstitucionalidad ortográfica, por excusada redundancia, enjuague igualmente con agua.

“Seque las manos con toalla desechable” (9º). Atención: ni toallón, ni toalla, ni toallita; sólo es admisible una toalhete. Desechable, porque sólo “só o não é a Divisão de Saúde no Ciclo de Vida e em Ambientes Específicos”.

Décimo mandamiento: “Utilice la toalhete para cerrar el grifo, si fuera de acción manual”. Cuidado: antes de interrumpir voluntariamente el chorro, debe verificar si el lavado ha alcanzado el tiempo mínimo permitido. El uso de la toalhete para cerrar el grifo es inédito en la rica tradición de la higiene nacional que, desde los gloriosos tiempos del “¡Agua va!”, jamás conoció tal refinamiento, de dudoso gusto. Como es lógico, si el grifo fuera de acción pedestre, debe cerrarlo con un gracioso puntapié; si fuere de uso no especificado, cierre con un mordisco, un puñetazo o un cabezazo, sin olvidar la imprescindible toalet.

Último mandamiento (11º en este orden, pero 12º si se contabiliza también el cero): “Ahora sus manos están limpias y seguras”. ¡Bravo! Ha consiguido: no gana ningún Audi, pero está ahora, oficialmente, con las “manos limpias” y, como tal, después de estar debidamente acreditado por el Ministerio de Salud, puede presentarse en el DIAP, en la Procuraduría General de la República, en la Policía Judicial, etc.

Más aún: “¿sus manos están ahora seguras!” Para no alarmar innecesariamente, el Ministerio no le dice nada, pero la verdad es que, antes de la operación “manos limpias”, las suyas estaban inseguras y podría no conseguir dominarlas si, dado su estado inestable, se le escapasen para el bolso del vecino, para una cartera ajena, para un saco azul o para un cofre del Estado. Gracias a la “operación manos limpias”, están ahora, felizmente “¿seguras!”


Para nuestra salvación Moisés nos dio el decálogo pero, para lavar las manos, el Ministerio de Salud nos dio doce mandamientos. Bien podían ser de Poncio Pilatos, el gobernador romano, tristemente célebre por haberse lavado las manos …mientras ensuciaba su conciencia con el peor crimen de la humanidad. Y así anda desconcertado este mundo. Se descuida lo que más importa, y se cuida mucho lo que importa poco.

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