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domingo, 15 de junio de 2014

El Papa advierte contra los secesionismos y la cultura de la muerte

Sin el menor género de dudas, el papa Francisco es el pontífice que más entrevistas concede a los medios de comunicación. Puede que Benedicto XVI y San Juan Pablo II tuvieran un contacto más frecuente con la prensa en los aviones que les llevaban o traían de vuelta en sus muchos viajes apostólicos, pero es el actual Papa quien más gusta de dar exclusivas a periodistas concretos.
Llegados a este punto, conviene recordar que el género de la entrevista periodística no forma parte del magisterio papal. Pero no es menos cierto que la opinión de un Papa siempre tiene una repercusión mundial que va más allá de tecnicismos magisteriales. Lo que le llega a la gente a través de los medios es “El Papa ha dicho esto” o “el Papa ha declarado que", y no abundan aquellos que saben diferenciar las opiniones particulares del Obispo de Roma sobre temas concretos de lo que es la enseñanza de la Iglesia en materias de fe y de moral.

De lo que el papa Francisco ha respondido a Henrique Cymerman, quiero centrarme en tres cuestiones:
1- Secesión. El periodista le pregunta por Cataluña y el Papa responde con los ejemplos de Yugoslavia, Escocia, la Padania y la propia Cataluña. Y de paso, menciona la emancipación de las naciones americanas, que no tiene nada que ver con lo que ocurre con esas regiones europeas. El Santo Padre es clarito:
Toda división me preocupa. Hay independencia por emancipación y hay independencia por secesión. Las independencias por emancipación, por ejemplo, son las americanas, que se emanciparon de los estados europeos. Las independencias de pueblos por secesión es un desmembramiento a veces muy obvio. Pensemos en la antigua Yugoslavia. Obviamente, hay pueblos con culturas tan diversas que ni con cola se podían pegar. El caso yugoslavo es muy claro, pero yo me pregunto si es tan claro en otros casos, en otros pueblos que hasta ahora han estado juntos. Hay que estudiar caso por caso. Escocia, la Padania, Cataluña Habrán casos que serán justos y casos que no serán justos, pero la secesión de una nación sin un antecedente de unidad forzosa hay que tomarla con muchas pinzas y analizarla caso por caso.
Sinceramente, creo que hay poco que comentar. Es una advertencia evidente a aquellos que quieren romper una unidad fraguada en los siglos. Aunque siempre habrá quien diga que el Papa no se opone radicalmente a la independencia de Cataluña, Escocia o la Padania, cualquiera con dos ojos en la cara verá que está lanzando un claro aviso contra esos procesos.
2- Cultura de la muerte. El Papa suelta perlas magníficas, con un matiz que creo reseñable:
La economía se mueve por el afán de tener más y, paradójicamente, se alimenta una cultura del descarte. Se descarta a los jóvenes cuando se limita la natalidad. También se descarta a los ancianos porque ya no sirven, no producen, es clase pasiva…
La cultura de la muerte es, como dice el Papa, el descarte de los jóvenes y los ancianos. Es la cultura de la anticoncepción y el aborto -natalidad-, de la eutanasia -descarte “final” de los ancianos-. Pero el Santo Padre lo plantea como si fuera consecuencia de una política económica concreta. Sin caer en el error de un análisis marxista de la realidad, el Papa advierte que la economía mundial actual es parte intrínseca de esa cultura de la muerte, porque considera a las personas como un mero factor más en el engranaje económico. El hombre pasa a ser instrumento de balances económicos y no el objeto principal a proteger. Y cuando el hombre pasa a ser un “lastre” para la economía, cosa que ocurre con los jubilados, se le considera más un problema que otra cosa. Eso a pesar de que en muchos de nuestros países, los ancianos, y sus menguadas pensiones son los que han salvado a familias enteras de caer en la más absoluta de las pobrezas.
El Papa apunta a lo escandaloso que resulta que una generación entera de jóvenes esté siendo destruida por el desempleo:
A mí me preocupa mucho el índice de paro de los jóvenes, que en algunos países supera el 50%. Alguien me dijo que 75 millones de jóvenes europeos menores de 25 años están en paro. Es una barbaridad. Pero descartamos toda una generación por mantener un sistema económico que ya no se aguanta, un sistema que para sobrevivir debe hacer la guerra, como han hecho siempre los grandes imperios. Pero como no se puede hacer la Tercera Guerra Mundial, entonces se hacen guerras zonales.
¿Cómo puede formar una familia un joven que no trabaja? ¿cómo podrá independizarse de sus padres? ¿Cómo podrán incorporarse al mercado de trabajo jóvenes que alcanzan los 30 años y resulta que apenas han trabajado unos pocos meses, a veces ni eso, en los 10-12 años anteriores? Eso, señores, es también cultura de la muerte, porque cierra a la juventud la posibilidad de ser transmisora de la vida.
3. Cómo ve su papado. El Papa Francisco es claro:
No soy ningún iluminado. No tengo ningún proyecto personal que me traje debajo del brazo, simplemente porque nunca pensé que me iban a dejar acá, en El Vaticano. Lo sabe todo el mundo.
A decir verdad, no creo que muchos cardenales lleguen al cónclave con un proyector personal debajo del brazo en la idea de que les van a elegir Papas. Pero tampoco me parece que sean pocos los que, en algún momento de sus vidas, una vez creados cardenales, habrán pensado “… si yo fuera Papa…". Es más, se supone que un cardenal no hará como Papa algo radicalmente distinto a lo que hacía antes de ser elegido como Vicario de Cristo, aunque no es menos cierto que no es lo mismo, ni de lejos, pastorear una diócesis, por muy importante que sea, o presidir un dicasterio romano, que ser el Sucesor de Pedro al mando del timón de la Barca de Cristo.
El Santo Padre nos cuenta que lo que está haciendo es ni más ni menos lo que los cardenales pidieron que se hiciera antes de elegirle a él:
Lo que estoy haciendo es cumplir lo que los cardenales reflexionamos en las Congregaciones Generales, es decir, en las reuniones que, durante el cónclave, manteníamos todos los días para discutir los problemas de la Iglesia.
Importante es también que reconozca que no juega a ser el papa párroco:
La dimensión de párroco es la que más muestra mi vocación. Servir a la gente me sale de dentro. Apago la luz para no gastar mucha plata, por ejemplo. Son cosas que tiene un párroco. Pero también me siento Papa. Me ayuda a hacer las cosas con seriedad. Mis colaboradores son muy serios y profesionales. Tengo ayuda para cumplir con mi deber. No hay que jugar al papa párroco. Sería inmaduro.
Ante tanta tentación igualitaria en determinados sectores de la Iglesia, el Papa afirma que se siente Papa y no uno más del montón. En todo caso, los sacerdotes encargados de una parroquia valorarán en su justa medida que el Santo Padre aluda a su ministerio como aquello que más indica cuál es su vocación. Por lo general, quien es fiel en lo poco -atender una pequeña comunidad- suele ser fiel en lo mucho -atender a todo el rebaño de Cristo-. Que el Señor ayude a nuestro Papa a ser fiel a su ministerio.
Luis Fernando Pérez Bustamante
PD: Es evidente que el Papa habla de otros temas, pero ya veremos si me dan como para escribir otro post. Ruego que los comentarios se centren en los aspectos que he tratado en este artículo.


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