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Juan Carlos Monedero:  Sobre Ramos                     

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viernes, 25 de noviembre de 2011

Libro tercero La imitación de Cristo

Capítulo primero.
Cristo habla interiormente al alma fiel.
*      Quitar estorbos mundanos, y materiales.
*      Abandonarse en el creador.
Capítulo segundo.
La verdad habla dentro: Sin ruido de palabras.
v  Los escritos de los profetas y Santos me enseñan bellas palabras.
v  La verdad eterna.
v  Practicar el silencio.
Capítulo tercero.
Darle importancia a escuchar la palabra de Dios, a la cual hay muchos que no le dan importancia.
ü  Seguir la voluntad de Dios.
ü  Dios siempre cumple.
ü  Dios es sabiduría.
ü  Guíame Señor por el camino eterno.
Capítulo cuarto.
Hay que vivir en la presencia de Dios en humildad y verdad.
Ø  Que tu verdad me enseñe y me libre.
Ø  No descuidar su santificación y salvación.
Ø  Que no nos atraiga tanto el mundo.
Capítulo quinto.
Efectos maravillosos del amor Divino.
·         Instrúyeme con su santa doctrina.
·         Que no me deje amarrar por las pasiones.
·         Verdadero amor siempre en vela.
·         No buscarse a sí mismo.
Capítulo sexto.
Comprobantes para saber quién es el verdadero amante.
v  Combatir las malas inclinaciones.
v  Confianza en Dios.
v  No tener malos pensamientos.
v  Libre del pecado.
Capítulo séptimo.
La gracia hay que cubrirla con el manto de la humildad.
o   No confiarse mucho.
o   Es mejor esperar en oración.
o   Aceptar consejos de los sabios.
o   No ser vanidoso.
Capítulo octavo.
Estimarse a sí mismo en lo que vale y puede nada más.
1.      Sentirse bien en las manos de Dios.
2.      Ser agradecidos, humildes y piadosos.
Capítulo noveno.
Todo debe dirigirse hacia Dios, como a su fin último.
1)      No debe atribuirse a ti el merito de ninguna obra buena.
2)      Tener poder para realizar todas las cosas; es de Dios.
3)      Gloria en Cristo Jesús.
Capítulo décimo.
La dicha de servir a Dios, independizándose del mundo.
o   Tu eres todo amor.
o   Servir a Dios.
o   Ganar desde ahora los goces del cielo.
Capitulo once.
Como hay que examinar y modelar los deseos de nuestro corazón.
*      Gobernar los deseos.
*      El cuerpo se someta a las leyes del espíritu aunque no quiera.
Capítulo doce.
Adquirir la paciencia y luchar contra la concupiscencia.
o   Librarse de la lucha y el dolor es imposible.
o   No seguir las pasiones resiste tus malas inclinaciones.
o   Si te dedicas a trabajos útiles le cerrarás las puertas a muchas de sus tentaciones.
Capítulo trece.
Obedecer humildemente, a ejemplo de Cristo.
§  Aprende a colocarte de último.
§  Trátate fuertemente a ti mismo y no dejes que en ti crezca el orgullo y la soberbia.
Capítulo catorce.
Recordar los misteriosos juicios de Dios para no enorgullecernos de nuestras obras buenas.
ü  No todo deseo es infundido por Espíritu Santo.
ü  Pedir a Dios lo que hay que hacer.
ü  Concédeme independizarme de los vanos criterios del mundo.
Capítulo quince.
Cómo comportarnos y como pedir lo que se desea.
ü  Siempre pedir la voluntad de Dios.
ü  Ser guiados por el Espíritu.
ü  Tener la gracia y amistad de Dios.
ü  Tener confianza y esperanza en la divinidad.
Capítulo dieciséis.
La verdadera alegría y la santificación debe buscarse solo en Dios.
·         Abundancias en el cielo.
·         Bienes eternos y celestiales.
·         Lo que está en la tierra.
·         Vivir en santidad.
Capítulo diecisiete.
Debemos confiar en Dios todas nuestras inquietudes.
o   Todo lo hiciste por mí.
o   Confiar en Dios en la riqueza y en la abundancia.
o   Escrito en el libro de la vida, el nombre de tus amigos y elegidos.
Capítulo dieciocho.
A ejemplo de Cristo debemos sufrir y soportar serenamente las miserias de esta vida.
ü  Llegar al reinado celestial.
ü  Admirables ejemplos de vida.
ü  Enséñanos tus caminos y tus sendas Señor.
Capítulo diecinueve.
Soportar las ofensas y como se prueba la verdadera paciencia.
o   Todo con paciencia.
o   Soportar el combate.
o   Señor regálanos tu gracia.
Capítulo veinte.
Reconocimiento de nuestra debilidad y de las miserias de la vida.
ü  En las tentaciones me siento inseguro y débil.
ü  Resistir el ataque del enemigo.
ü  Amar y servir a Dios.
Capítulo veinte y uno.
La paz y el descanso hay que buscarlos en Dios más que en los bienes materiales.
Ø  Seres visibles e invisibles.
Ø  Lo que existe.
Ø  El corazón no se siente plenamente satisfecho sino en Dios.
Ø  Tus obras Señor son maravillosas.
Capítulo veintidós.
Hay que reconocer los inmensos beneficios que Dios nos hace.
*      Todo es beneficio suyo.
*      Tú conoces los meritos de cada uno.
*      Hará lo más agradable a Dios.
Capítulo veintitrés.
Cuatro cosas que producen profunda paz.
v  Querer  seguir tus consejos para alcanzar la salvación.
v  Unirse a la voluntad Divina.
v  Quiero unirme a tu amor.
v  Seguir la voluntad ajena.
Capítulo veinticuatro.
No seamos curiosos de saber vidas ajenas.
        I.            No responder  a la conducta de otros.
      II.            Hora y vela.
Capítulo veinticinco.
En qué consiste el verdadero progreso espiritual y la solida paz del corazón.
·         Todos desean la paz.
·         Vigila  tus acciones.
·         Reconocer la justicia y la santidad.
Capítulo veintiséis.
De la alteza de la libertad del alma, la cual se obtiene con la humilde oración, mejor que con la lectura.
Ø  Fuerzas en la adversidad.
Ø  Te suplico que muestres el camino perfecto.
Ø  No caer en extremos.
Capítulo veintisiete.
El amor propio es el amor obstáculo para alcanzar el sumo bien.
v  Nunca falta al  fervor del Espíritu.
v  Se necesita la prudencia.
v  No juzgar.
Capítulo veintiocho.
Remedio contra las malas lenguas.
Ø  No suponer que alguno es más frágil.
Ø  Como buscar agradar a Dios si lo que se busca es obtener la alabanza de los demás.
Capítulo veintinueve.
Como hemos de invocar a Dios y bendecirlo en las tribulaciones.
o   La ayuda viene de Dios.
o   Que pase la tempestad y vuelva la calma.
o   Hacer oración.
Capitulo treinta.
Debemos pedir ayuda de Dios confiando en recuperar la gracia.
§  Fuera de Dios no hay confianza y ayuda útil.
§  Cree en mi y confía en la Divina Misericordia.
§  Todo a medida del deseo.
§  Se sostienen luchas terribles.
Capítulo treinta y uno.
De no apegarse a las criaturas para poder hallar al creador.
v  Nada puede quitarme la paz.
v  Quien más tranquilo que el que tiene la intención pura.
v  La oración para ser contemplativos.
v  Cual vil son nuestros afectos, y cuanto nos hace falta la pureza.
Capítulo treinta y dos.
De la renuncia de sí mismo y de las propias pasiones.
Ø  Dominio de sí mismo.
Ø  Alegre.
Ø  Consagrar todo.
Ø  Renunciar a todo.
Ø  Espiritualidad.
Capitulo treinta y tres.
Inconstancia del corazón. Dios debe ser el fin último de nuestros actos.
v  Agradar a Dios.
v  Objeto deleitable.
v  Buena intención.
Capítulo treinta y cuatro
Cuando amamos a Dios, el nos llena de alegría en todas las cosas y mas que todas las cosas.
§  Dulzura en las palabras.
§  Mi Dios y mi todo.
§  Sabios verdaderos.
§  Luz participada.
§  Esperanza y refugió.
Capítulo treinta y cinco.
En esta vida no hay seguridad contra las tentaciones.
ü  Espiritualmente mientras viva.
ü  Confusiones.
ü  Generosidad.
Capítulo treinta y seis.
Contra los vanos juicios de los seres humanos.
o   Virtud e ignorancia.
o   Felicidad.
o   Palabras e injurias.
o   Paciencia.
Capítulo treinta siete.
De la renuncia sincera y total. De sí mismo para alcanzar la libertad del corazón.
*      Renunciar a sí mismo.
*      Confianza en Dios.
*      Virtud.
*      Consagración a la Divinidad.
Capítulo treinta y ocho.
Buen gobierno de los actos externos y recursos a Dios en los peligros.
v  Creación eterna.
v  Cosas presentes y futuras.
v  Problemas y dudas.
v  Respuesta en fervor de Dios.
Capítulo treinta y nueve
No hay que ser importuno en los negocios.
v  Solamente en cosas muy pequeñas.
v  Velar y orar dice el evangelio para no caer en tentación.
Capítulo cuarenta.
Del suyo la criatura no tiene nada de nuevo, y por lo tanto, no puede enorgullecerse de nada.
Ø  Estoy lleno de defectos.
Ø  Soy un pobre frágil e inconstante.
Ø  Vivir la virtud verdadera.
Ø  Tú eres la gloria y alegría de mi corazón.
Capítulo cuarenta y uno.
Desprecio de toda honra mundana.
o   Las vanidades nos seducen fácilmente.
o   Gravemente peque contra ti.
Capítulo cuarenta y dos.
Nuestra paz no debe depender de la amistad de los demás.
*      Tan muerto debes estar al cariño de esas personas que en cuanto a ti depende, aceptar el carácter de ciertas personas.
*      Aprender que todo viene de Dios.
*      Buscar lo de arriba, no lo de la tierra.
Capitulo cuarenta y tres.
Contra la vana conciencia del mundo.
·         Dedícate a la mortificación de las pasiones.
·         La ciencia viene de Dios.
·         Amar a Dios sobre todas las cosas.
Capítulo cuarenta y cuatro.
Como no debemos atender tanto a las cosas exteriores.
Ø  Hasta donde hemos llegado.
Ø  Algunos se quedan solo dedicándose a las cosas externas o a los placeres.
Capítulo cuarenta y cinco.
No se debe creer a todos, muy fácil es errar en palabras.
Ø  Somos mudables y débiles, fácilmente nos desilusionamos y engañamos.
Ø  Ser prudentes.
Ø  La gracia Divina.
Ø  Dios enaltece a los humildes, y a los ricos los despide vacios.
Capítulo cuarenta y seis.
Confiemos en Dios cuando murmuren de nosotros.
·         Huir de las humillaciones.
·         Escuchar mis palabras, y no harás caso a las palabras de otros.
·         El testimonio de la conciencia no basta.
Capítulo cuarenta y siete.
Todo, aun lo más terrible, debe sufrirse por la vida eterna.
o   Espera un poquito, y veras el punto fin de tus males.
o   Dulce compañía santa.
o   Abunda las consolaciones.
o   No hay comparaciones entre los sufrimientos de esta tierra y los gozos eternos que esperan  el cuelo.
Capítulo cuarenta y ocho.
El día eterno y las miserias de esta vida.
*      Todos mis suspiros se elevan a ti, Dios.
*      Rechazar el pecado.
*      Que huya en mi toda impureza.
*      Si amo lo espiritual me deleito en lo espiritual.
Capítulo cuarenta y nueve.
El deseo de la vida eterna, y los grandes bienes prometidos a los que luchan por ganar.
ü  Dar la gloria a Dios.
ü  Perseverar alegre hasta el fin.
ü  Dios a los humildes les da su gloria.
Capítulo cincuenta.
De qué manera debe ponerse uno en manos de Dios cuando llega la tristeza.
1.      Tu eres Señor mi alegría.
2.      Desear la alegría de la paz.
3.      Hazme humilde y piadoso.
4.      No juzgar por apariencia.
5.      A  Dios nadie lo engaña.
Capítulo cincuenta y uno.
Hay que insistir en hacer obras humildes cuando faltan fuerzas para grandes.
·         Dedicarse a la contemplación.
·         Estar siempre ocupados.
Capítulo cincuenta y dos.
No debemos juzgarnos merecedores del consuelo, sino de castigo.
§  Un consuelo espiritual.
§  Humillación y dolor de sus culpas.
§  Un corazón humillado y arrepentido tu no lo desprecias.
Capítulo cincuenta y tres.
La gracia de Dios no se infunde a los mundanos.
o   Amor excesivo.
o   No tener amor y apego a ninguna criatura.
o   Profunda paz y tranquilidad.
Capítulo cincuenta y cuatro.
Diversos impulsos de la naturaleza y de la gracia.
*      La gracia es sencilla.
*      El hombre interior se reforma diariamente para hacerse mas y mas semejante a Dios.
Capítulo cincuenta y cinco.
Corrupción de la naturaleza y poder de la gracia Divina.
        I.            Inclinada al mal desde la infancia.
      II.            Te basta mi gracia.
    III.            Dispuestos a obrar siempre el  mal.
Capítulo cincuenta y seis.
Debemos negarnos y dominarnos a nosotros mismos e imitar a Cristo, llevando la cruz del sufrimiento.
Ø  Tener una gran paz interior.
Ø  Sin camino no puedes avanzar.
Ø  La cruz lleva la cruz.
Ø  Perseverar hasta el final.
Capítulo cincuenta y siete.
No debe desanimarse demasiado el creyente cuando cae en algunas faltas.
v  Esfuérzate por olvidar las contradicciones.
v  No todo está perdido.
v  Acuérdate de tu Dios.
Capítulo cincuenta y ocho.
No hay que investigar las cosas muy profundas ni los ocultos juicio de Dios.
v  Dios es solo Dios.
v  Inteligencia humana.
v  Advertir el reino  celestial.
Capítulo cincuenta y nueve.
Solo en Dios debemos confiar y esperar.
ü  Dios es seguridad plena.
ü  Templo del Espíritu Santo en el cielo.
ü  Fidelidad.
ü  Por el camino  de la paz; hasta la patria de la luz eterna. 




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Tu amigo de siempre DIEGO GARCÍA.
Diego Fernando García Ochoa.

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